¿Sabe usted de alguien haya logrado un éxito
considerable haciendo algo que aborrezca?
Una de las claves para triunfar consiste en celebrar un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez: “Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas”.
Una de las claves para triunfar consiste en celebrar un matrimonio perfecto entre lo que uno hace y lo que a uno le gusta. Pablo Picasso dijo una vez: “Cuando trabajo, descanso; lo que me fatiga es no hacer nada o recibir visitas”.
Quizá nosotros no seamos tan
buenos pintores como Picasso, pero está en nuestra mano el buscar tareas que
nos estimulen y nos animen. Y cualquiera que sea nuestro trabajo podemos
aportarle muchos de los aspectos de lo que hacemos jugamos. Dijo una vez Mark
Twain: “El secreto del éxito está en convertir la vocación en vacación”. Por lo
visto, eso es lo que hacen los triunfadores.
Ahora está de moda hablar de los “workaholics”,
los adictos o maníacos del trabajo. En efecto, para algunas personas el trabajo
se convierte en una obsesión malsana, en algo muy similar a un vicio. No parece
que les produzcan mucho placer, pero han llegado al punto en que no pueda hacer
nada más.
Los investigadores empiezan a
descubrir cosas sorprendente acerca de algunos de estos “ergónomanos”. Algunos
parecen maníacos de su actividad porque aman su trabajo, en el que encuentran
un desafío, un estímulo y un enriquecimiento vital. Para estas personas el
trabajo viene a ser como el juego para la mayoría de nosotros. Lo ven como una
manera de averiguar hasta donde son capaces de llegar, de aprender cosas
nuevas, de explorar nuevos caminos.
¿Que si hay trabajos más
propicios para ello que otros? Desde luego. La clave está en moverse para
conseguirlo y ahí es donde empieza a funcionar una de esas espirales ascendentes.
Si usted es capaz de encontrar maneras creativas de hacer su trabajo, eso le
ayudara a progresar hacia trabajos aún mejores. Pero si decide que el trabajo
es una mera rutina y una manera de llevar a casa el cheque de la paga, muy
posiblemente no llegara a ser nunca más que eso.
Hemos hablando del “sinergismo”
de un sistema coherente de creencias, de cómo las creencias positivas apoyan y
refuerzan a otras. Aquí tenemos otro ejemplo. Yo no creo que existan los
empleos sin porvenir. Solo existen las personas que han perdido el sentido de
lo posible, que han decidido no asumir responsabilidades, que han optado por
creer en el fracaso. Con lo cual no le sugiero al lector que se convierta en un maníaco del trabajo. No es cuestión de edificar todo el mundo de uno alrededor del
trabajo. Lo que sugiero es que tanto en el mundo personal como el laboral se
enriquecen cuando uno les aporta la misma viabilidad y la curiosidad que pone
en sus juegos.
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